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lunes, 17 de octubre de 2011

Luces.

Fue un sueño, o tal vez fue la realidad… quién sabe, a quién le importa.
¿Quién supo cuidar el corazón de todas aquellas heridas de amor?
Pues,  por aquel  entonces podía ver, apenas divisar una vista al futuro,  una luz de esperanza. Pero llegó la noche,  y aquella luz se volvió oscuridad,  como todo lo demás, y aunque buscases desesperadamente,  aun sin lágrimas en los ojos o con ellas, rogases, llorases lo que quisieses, no apareció de nuevo.
De vez en cuando, una pequeña luz volvía a aparecer, pero tan solo eran linternas de curiosos que se adentraban en mi oscuridad.  No dudaban en masacrar todo lo poco que quedaba  en mi mundo, y en poco tiempo, todo aquello se volvió ruinas.
Cada vez con menos esperanzas, cada vez más cansada, cada vez las lágrimas se iban haciendo más y más amargas. A nadie le importaba.
Pues una noche,  una luz apareció, creyendo yo que aquello era una de esas otras linternas, lo ignoré, no quedaban muchas cosas por romper.
Pero cada vez era más y más fuerte y alcé la cabeza al cielo.
Una luna y estrellas, más brillantes que cualquier sol.
Dentro aun del mundo de la oscuridad por todo aquel dolor, lo supe, es mi nueva luz, una nueva puerta al futuro y más esperanza.

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