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jueves, 1 de marzo de 2012

Gotas de agua.

Llovía tanto... y las gotas de lluvia se perdían en el agua del mar, en los ríos y en los charcos de la calle.
Lairë miraba por la gran ventana de su habitación como el agua resbalaba por los cristales.
La vida la había tratado bien, pero los recuerdos de muchas cosas volvían esporádicamente a su cabeza.
Deseaba con fuerza ser una nube o una gota de lluvia, quería viajar muy lejos de allí, donde las montañas empezaban y los mares no alcanzaban.
No es que tuviese una mala vida allí donde estaba en esos momentos, pero ella siempre quería algo más que nunca conseguía.
Sin previo aviso su móvil comenzó a sonar.
Miró quien era, y lo dejó sonar, así una y otra vez, y no se cansaban de llamar.
Una lágrima corría por sus mejillas de nieve y sus ojos azules como el cielo comenzaron a ponerse rojos.

"¿Qué más da ya todo? Si ya he roto mi barrera. No comprendo por qué no puedo ser un poco más egoísta. Siempre me estoy preocupando por los demás. ¿Acaso hay alguien que lo haga por mi? Si es así... me encantaría conocer a esa persona..."- Pensaba entre llantos.

Llamaron de nuevo al móvil, se enjuagó las lágrimas y lo cogió.

- Lo siento por todo lo qu...- Dijo alguien al otro lado de la linea, pero ella cortó porque no podía retener el llanto.
Durante todo esto en la calle había dejado de llover y brillaba el sol.

Cogió las gafas de sol y salio decidida a la calle.
Caminaba por las calles de Lausanne sin mirar a nada ni nadie, no quería ver a ninguna persona.
Pronto llegó a una zona de bosques y se adentró en ella, y muy pronto se perdió de su camino.
Siguió hacia delante hasta que encontró un pequeño lago rodeado de rocas y en el paisaje montañas verdes que decoraban en horizonte.
Desesperada, llorando de nuevo, se acercó a la orilla tranquila del lago.
La luz del sol se reflejaba en el agua, y se asomó para verse en el reflejo, y se vio a ella misma, y se dio pena.
Sus ojos estaban rojos y negros por el maquillaje.
Su pelo rubio y largo estaba en una coleta mal hecha, y despeinada... con razón se daba pena así misma.
Sentía un vacio en su corazón, y estaba frio.
Se sentó en una roca y pensó. Pensó en todo lo que había en su mente y le dio mil y una vueltas a todo lo que tenía en la mente.
Alguien aparecio por detrás de ella sin hacer ruido alguno y sigilosamente se puso a su lado.

- Lo siento.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó ella, molesta.
- Buscarte.
- ¿Para qué? ¿Cómo me has encontrado?
- ¿Y qué más dará? Solo quería disculparme por...
- Me voy- dijo ella cortandole.

Lairë se levanto de la roca y con paso decidido andó hacia un lugar por donde salir de allí.
Mark se levantó corriendo y la abrazó por detrás sin dejar que se moviese.

- Te quiero, lo siento mucho, y te quiero.- la dijo mientras la giraba hacia si.
Ella empezó a llorar otra vez, y él la abrazo muy muy fuerte.
Y así se quedaron mucho tiempo, aun que el tiempo pasaba tan rápido que podrían haber pasado 2 horas y se habrían pasado como 2 segundos.
Cuando anocheció, Mark acompañó a Lairë a su casa, y en la despedida la juró que ella era lo más perfecto que había visto en la vida, y que la amaba.
Ella pensó "Puede que sea mentira, pero... ¿Qué más da? Soy feliz, almenos, de momento."

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