Una, dos, tres, cuatro, cinco, cien, mil, millones, billones, infinitas preguntas e ideas pasan por mi cabeza.
Donde se encuentre la tranquidad, allí quiero estar yo, la ciudad que yo nunca vi.
Donde el dolor anda tranquilamente por las calles y las torres están vivas y todos nos metemos en las mentes de los demás.
Aquel lugar que te hace sentir extraño, ese sitio que es ahora mi hogar.
Volviendo por la calle, paras y piensas "¿Qué hago en un lugar donde nunca podré dormir contigo?"
La desolación es mi amiga, y esto no es realmente como lo esperaba, sin tener tu compañía cuando lo necesito y estando a solas con mi voz que cada vez, a cada segundo, se va a apagando más por el desgaste.
Respirar el aire que remueve tu cabello y acordarte de todo lo que dejaste un día para poder estar allí.
¿De verdad mereció la pena abandonar todo aquello por ese simple capricho?
Quizás la parte mala sea mayor que la buena.
Comunicarte con esos totales desconocidos que no hablan el mismo idioma que tú e intentar hacer amigos que reemplacen a los antiguos, pero esto no es como antes.
¿Qué tendría que hacer para hacer el tiempo ir hacia atrás?
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