Era una noche oscura, una noche de verano pero fría como la que podría ser una de otoño.
Las luciernagas volaban junto a la feliz pareja y la luna intentaba, en vano, iluminar más que ellas.
Los sentimientos estaban en a flor de piel cada vez que él la tocaba, y no deseaban que ese momento acabase nunca.
Ella tenía la mirada perdida en el horizonte, mirando los pequeños puntitos brillantes iluminarse en el lago y con una mano ligeramente sumergida en el agua.
"¿Qué pensará?" piensa su amado.
Él decide cogerla del mentón y guia su cara hacia la suya, no la besa, se queda mirandola durante un momento callado.
Le enamoraban esos ojos azules tan abiertos y pensaba que podía hundirse en el mar de ellos.
Lentamente acercó su boca a la suya, y la besó lentamente, disfrutando del momento de estar con ella.
En sus pensamientos ella era su princesa, y la amaba con toda su alma, la decía "Te amo" con regularidad, pero nunca fue capaz de abrirle por completo su corazón.
Eleanor apartó su rostró le miró fijamente a los ojos de él, y miró hacia el agua donde aún las luciernagas y estrellas se reflejaban
- ¿En qué piensas?- Le preguntó ella.
- Pues, en ti.
- No me refería a eso, sino en general, que piensas.
- Cosas, nada importante.
Una y otra vez ella le daba la oportunidad de esa manera de que él se abriese un poco más y confiase más en ella.
Andy era a veces tan reservado...
Él la puso en pie en la barca, y está se removio, lo que hizo que Eleanor se tambalease y necesitase apollarse en él.
- ¿Ves todas esas estrellas del cielo y todas las luciernagas?- La preguntó.
- Claro.
- Pues no es ni una tercera parte de todo lo que yo te quiero.
Ella sonrió, y le besó.
Sin previo aviso él se sentó en la barca provocando el tambaleo de nuevo, pero esta vez ella no se apolló en Andy, sino que calló atrás y se sumergió en el agua.
Él intentó ayudarla, pero dado a que no sabía nadar no pudo hacer nada por salvarla.
Eleanor se enganchó con algo, y él solo pudo verla, como se hundía, y como sus cabellos rubios se movian tranquilamente en el agua y como esos ojos azules ya no tenían sentimiento hasta que la oscuridad de las profundidades se la llevó.
Andy se levantó de la cama, sudoroso y con el corazón latiendo a mi por hora ¿habría sido un sueño?
Si así era, había sido muy real.
Cogío el teléfono y llamó a Eleanor, había estado de vacaciones en la playa y hoy tenía que volver.
Lo cogió su madre, llorando.
Eleanor había muerto ahogada en el mar.
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