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miércoles, 30 de mayo de 2012

Vida nueva.

Era un día como cualquier otro, el sol brillaba en el cielo, una ligera brisa con olor a libertad corría por la ciudad; Los niños jugaban despreocupados en el parque, riendo y pasándolo bien.
Todos, después de que acabasen los meses de insufrible esfuerzo, estábamos felices en una orilla del rio Ewhy, comiendo y celebrando.
Podría haber sido un día perfecto, pero el señor de los muertos hizo una visita a alguien…
Se suponía que mi mejor amigo llegaría en avión aquí, a Teltra, pero el destino no se lo iba a permitir.
No dieron explicación más que había habido un fallo en uno de los motores.
¿Cómo uno de los mejores aviones del mundo iba a fallar asi porque sí? Ahí había algo que no cuadraba.
Desde aquel día, las noches no eran dignas de ser dormidas y los días tampoco de ser vividos.
Mi mundo calló al mismo tiempo que lo hacía Daidre.
Por supuesto, yo tenía a mis amigos de mi lado, aunque sabía perfectamente lo que pensaban.
Poco después de la muerte de Daidre empecé a sentir algo a mi alrededor, como si fuese su presencia; y es que aunque yo nunca había creído en fantasmas o espíritus (Soy un poco excéntrica para ser elfa) ahora de verdad estaba empezando a creer.
En un mundo donde la raza humana a terminado casi por extinguirse, donde los elfos volvemos a tomar el mundo para arreglarlo, después de destruir todo aquello que podría hacer daño a la tierra ¿Por qué el destino sigue haciendo daño, ahora incluso a nosotros?
Daidre era humano, es cierto que era uno de los pocos humanos que quedaban con un ápice de poder, y por ello era un tanto egocéntrico pero era el único humano al que de verdad había confiado mis pensamientos porque había demostrado una mentalidad diferente.
Y sé que no será fácil… pero iré hasta las mismísimas entrañas del abismo para devolverle a la vida… como elfo.

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